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El 19 de marzo de 1925 Monseñor Angelo Giuseppe Roncalli fue consagrado obispo en San Carlo al Corso, Roma, y nombrado Visitador Apostólico de Bulgaria. Sufrió mucho a causa de la difícil situación social, política y religiosa de este país. Pero gracias a su simpatia, su simplicidad, su bondad de corazón y su inteligencia consiguió conquistar a la gente. Es suficiente con mencionar su programa referente a la relación con la Iglesia Ortodoxa, expresado en el primer discurso: "No es suficiente alimentar sentimientos cordiales hacia nuestros hermanos separados: si realmente los amas, dales buen ejemplo y transforma tu amor en acción". En 1934 fue trasladado a la Delegación de Turquía y nombrado Administrador Apostólico de la Iglesia Latina de Estanbul, donde su intervención fue indispensable para socorrer a los judíos ante la persecución nazi. El mes de diciembre de 1944 el Papa Pío XII lo nombró Nuncio Apostólico de París. En Francia también encontró una situación muy difícil: a nivel político estaban los numerosos obispos que habían colaborado con los alemanes; a nivel religioso estaba el problema con los curas obreros. También en París encontró el equilibrio y gracias a su cortesía, su simplicidad, su amabilidad... pudo resolver los problemas y conquistar el corazón de los franceses y de todo el Cuerpo Diplomático.