El 23 de mayo de 1915 fue llamado de nuevo para hacer el servicio en la quinta con el grado de sargento de sanidad y el día después se presentó en el centro de reclutamiento de San Ambrosio, en Milán, desde donde fue destinado a Bérgamo. Hasta 1918 prestó el servicio militar como capellán del Hospital de la reserva de Bérgamo, llamado "El nuevo hospital", y de otros lugares. Con su cariño y su optimismo consiguió aliviar los sufrimientos de los soldados y reconciliarlos con la fe.