En 1921 fue llamado desde Roma para ocupar el cargo de Presidente para Italia del Consejo Central de la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe. Entonces incrementó su amor hacia las misiones extranjeras influido por el P. Paolo Manna, Superior General del Instituto Pontificio para las Misiones Extranjeras (PIME), cuyo programa era: "Toda la Iglesia para todo el mundo". El P. Manna fue uno de los más grandes animadores de la causa misionera del siglo.